Los estudiantes con Necesidades Educativas Específicas (NEE) no solo requieren apoyos académicos, sino también un acompañamiento emocional que les permita construir confianza, autoestima y relaciones positivas. Por ello, la educación emocional se vuelve un componente esencial dentro del aula inclusiva.

En muchos casos, estos estudiantes enfrentan frustraciones frecuentes por no poder seguir el ritmo de sus compañeros, por sentirse diferentes o por recibir comentarios poco empáticos. Esto puede derivar en ansiedad, baja autoestima e incluso desmotivación para aprende.

La relación entre emociones y aprendizaje

Numerosos estudios han demostrado que el aprendizaje no es un proceso meramente cognitivo, sino que está profundamente influenciado por las emociones. Las emociones positivas facilitan la atención, la memoria y la motivación, mientras que las emociones negativas pueden obstaculizar el rendimiento académico y la integración social (Immordino-Yang & Damasio, 2007).

Acompañamiento emocional

El docente cumple un rol central en este proceso. Su capacidad de escucha, empatía y sensibilidad emocional son claves para detectar necesidades, intervenir de forma oportuna y generar vínculos significativos. Además, la formación docente en competencias emocionales debe ser una prioridad en la agenda educativa, ya que solo un educador emocionalmente competente puede enseñar a sus estudiantes a serlo (Bisquerra, 2009).

Por ejemplo, un estudiante con Trastorno del Espectro Autista (TEA) puede experimentar ansiedad ante cambios en la rutina. La educación emocional permite trabajar estas situaciones anticipadamente, promoviendo la autorregulación y la previsibilidad. Igualmente, un estudiante con discapacidad intelectual puede beneficiarse del uso de materiales visuales o dinámicas lúdicas que le permitan identificar y expresar sus emociones de forma concreta

Reflexionemos

La educación emocional no es un complemento, sino una necesidad educativa fundamental, especialmente en contextos inclusivos. Acompañar emocionalmente a los estudiantes con NEE no solo mejora su bienestar y su rendimiento académico, sino que también promueve una escuela más humana, equitativa y sensible a la diversidad. Apostar por la educación emocional es, en definitiva, apostar por una educación verdaderamente inclusiva.

Referencias

Immordino-Yang, M. H., & Damasio, A. R. (2007). We Feel, Therefore We Learn: The Relevance of Affective and Social Neuroscience to Education. Recuperado de: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1751-228X.2007.00004.x

Bisquerra, R. (2009). Educación emocional y bienestar. Recuperado de: https://congresointeligenciaemocional.com/wp-content/uploads/2018/12/Bisquerra_R_Educacion-emocional-y-competencias-2003.pdf

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